Padres Católicos
Orar con los Salmos
Episodio 01 - Orar con la Sagrada Escritura
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Episodio 01 - Orar con la Sagrada Escritura

En el episodio de hoy, vamos hablar de la Sagrada Escritura y cómo es un poderoso instrumento para guiar nuestra oración.

(Esta es una transcripción pensada para escuchar más que para leer. Lo digo para que disculpes el estilo oral)

Las 3 ideas esenciales que vamos a tratar hoy son:

  1. La Biblia no es un libro escrito para eruditos y entendidos. Ha sido escrita para ti.

  2. Es Palabra de Dios, es decir, palabra llena de poder. Llena de poder para cambiar tu vida, para cambiar tu historia, para cambiar tu matrimonio... Veremos cómo.

  3. La Sagrada Escritura, y en especial los salmos (que va a ser el tema de nuestro podcast) nos permite entrar en la oración que sale de los labios de Jesús.

1. La Biblia no es un libro escrito para eruditos o entendidos.

Lo primero que quiero es que compruebes si tienes una Biblia en tu casa. Y si no la tienes, cómprate una. Pero, no basta con tenerla. Lo que marca la diferencia es leerla. El tópico protestante dice que los católicos usamos de la Biblia poco y como si fuera un libro de consulta ocasional. Esto ha cambiado mucho. Cada vez hay más conciencia de que la Biblia no es un adorno de nuestra fe. No es un artículo más del Credo, ni es un libro más o menos venerable… La Sagrada Escritura es auténtica Palabra de Dios.

Hay quien piensa que la Biblia fue escrita para los curas, para los pastores, para los biblistas… No es así. La Biblia ha sido escrita para ti, para mi, para tu madre, para tu abuela, para tu amigo con problemas, para tu mujer, para tus hijos… ¡para todos los hombres! Y sirve para guiar a cada hombre hacia la felicidad, primero en la tierra, y después la eterna en el cielo.

¿Es necesario tener muchos estudios para leer la Biblia con provecho o para orar con ella? Yo creo que no. Lo único que se necesita es fe y humildad. La fe es indispensable. Si no, veremos una acumulación de historias y de discursos más o menos interesantes, pero no un plan de salvación, no una Sabiduría divina. Por otro lado, hemos dicho que también hace falta humildad. Y la humildad se ve en quien se sabe poca poca y necesita de la Tradición y las enseñanzas de la Iglesia. Uno sólo no puede interpretar la Escritura, pero eso no significa que no puedas leerla con libertad. Yo cuando comencé a leer la Biblia, y ahora (lo confieso) estoy enamorado de ella, no entendía NADA. Eso no me desanimó. Fui preguntando, leyendo y escuchando la Tradición de la Iglesia (santos, doctores, papas, obispos…) que me fueron formando para entender lo poco que entiendo. Y esta dificultad me parece maravillosa. Estoy convencido que, teniendo en cuenta la soberbia humana, la Providencia quiso que la Biblia fuera un libro difícil y esto para evitarnos la tentación de leerla solos. Pero que sea difícil no significa que tengamos que evitar el trago. Hay que ser valientes.

Queda mucho que decir sobre esto. ¿Cuáles son los libros de la Biblia y por qué no estos y no otros? ¿Dónde están los dogmas de fe en la Biblia? Son muchas preguntas y hoy no vamos a responderlas a todas. Simplemente me quedaría con que La Iglesia nos guía y nosotros, por ser guiado por la Iglesia, no podemos ser perezosos y dejar de vivir de la Palabra de Dios, claro.

2. La Biblia es Palabra de Dios llena de poder, con capacidad para cambiar tu vida, para cambiar tu historia.

Mira lo que dice San Pablo en el capítulo 4 de la Epístola a los Hebreos:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón”. (Hb 4, 12)

Dice que la palabra de Dios es VIVA y EFICAZ. No es como la palabra de los hombres. Yo doy un discursito, un consejito, una palabra de aliento, y no cambio la vida de la gente. En cambio, la palabra de Dios sí que puede. No se limita a describir, a ordenar, a nombrar… Hay otro pasaje del Salmo 29 que quizá nos lo deje mucho más claro:

La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica, la voz del Señor descuaja los cedros. Hace brincar al Líbano como un novillo, al Sarión como a una cría de búfalo. La voz del Señor lanza llamas de fuego, la voz del Señor sacude el desierto. La voz del Señor retuerce los robles, el Señor descorteza las selvas1.

La voz del Señor que proclama su palabra. Hacen brincar al Líbano. Sacude el Desierto. Lanza llamas de fuego, descorteza los árboles… ¿Se puede ser más explícito y más poético al mismo tiempo?

3. La Sagrada Escritura, y en especial los salmos, nos permite entrar en la oración que sale de los labios de Jesús.

Este punto es muy amplio y primero quiero hablar de la oración en general.

Yo desde pequeño tenía una visión de la oración que creo que comparte mucha gente. Pensaba que era una obligación mía: que debía salir de mi, de mi corazón, de mis afectos, de mis pensamientos, de mis preferencias… Vamos, que pensaba que era una obligación que me imponía Dios si es que quería ser santo y con la que tenía que cumplir.

Al tiempo fui creciendo y me fui encontrando, para complicar más el asunto, diferentes escuelas de espiritualidad que enseñaban a rezar de maneras diferentes. Estaba quien ponía en prioridad la concentración, quien daba mayor importancia al fervor emocional, quien insistía mucho en la fe en medio de la oscuridad…. Alguna persona te recomendaba algún libro espiritual super bueno e incluso me han propuesto una metodología basada en la atención del propio cuerpo. Pero no vamos hablar de Mindfulness ahora. ¡Están los que oran en lenguas, los que hacen promesas al Cristo de la Salud o a la Virgen de Guadalupe y peregrinan, los que meditan los misterios del Rosario…!

Y muchas de estas formas y escuelas de oración son maravillosas. Hay que redescubrir muchos tesoros espirituales olvidados de la Tradición de la Iglesia, por supuesto que sí. Pero me sorprende que la mayoría de las escuelas actuales pasen por alto la importancia de la Sagrada Escritura en la oración. O la reducen a un mantra, como hacía Thomas Merton, en paz descanse.

La Iglesia Católica, como madre, en cambio, sí que ha tenido en cuenta esta idea eh. Lo ha hecho al invitar a los fieles, durante siglos, a orar con la Biblia. A través de la lectio divina, de la Liturgia de las Horas… Vamos, si nos detenemos un poco en la oraciones principales del cristiano (el avemaría, el padrenuestro…) y en las de la Misa, nos daremos cuenta muy fácil de que tienen fundamento en la Escritura!

La mejor escuela de oración es la Sagrada Escritura. No lo digo yo, lo dice la Dei Verbum del Concilio Vaticano II:

Abro comillas“Los cristianos deben recibir los libros sagrados con devoción, porque expresan un vivo sentido de Dios, contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra salvación”Cierro comillas (Dei Verbum, n. 15).

Sí la Biblia es la mejor escuela de oración, pero es que además, nos mete en la oración del mismo Jesús.

Y este es el punto que a mí personalmente más me toca el corazón. La Escritura ayuda a la oración porque nos invita a orar usando palabras que Dios mismo ha diseñado e inspirado para nosotros. Una oración humilde, una oración pobre, una oración grata a Dios es la de aquella persona que se sabe incapaz de alabar a Dios dignamente y que precisamente por ello, usa las palabras que Dios mismo le ha regalado.

Esto se aplica especialmente a los salmos. Decía San Atanasio que los salmos nos enseñan cómo hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas para hacerlo. El mismo Jesús rezaba continuamente con los salmos, como era costumbre en Israel por otra parte, y Él mismo los recitó estando colgado en la Cruz. El ”Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado” lo dice Cristo en referencia al primer versículo del Salmo 22. Y como este hay muchísimos ejemplos.

Aún más, Jesús rezaba con ellos y cumplió las profecías que estaban escondidas en ellos. Hoy, con orientación, podemos descubrir esos secretos contenidos en el Antiguo Testamento y en los salmos y que nos hablan de Cristo. Lo cual, por otra parte, nos ayudará a comprender mucho mejor el Evangelio.

Esto no es algo que yo me invente. Los santos padres predicaban constantemente que la Escritura contenía en esencia a Cristo. También los apóstoles que nos insistieron que toda oración al Padre la hiciésemos a través de Cristo. Me parece que la conclusión es bastante sencilla: orar con la Biblia es orar desde los labios del Señor y acercarse al trono de Dios, no con nuestras palabras, sino con las suyas. Lo cual es la mejor opción.


En conclusión:

  1. La Biblia no debe ser un adorno.

  2. Tienes tarea. Consigue tu Biblia y por lo menos ábrela una vez.

  3. Atrévete a leerla aunque no entiendas nada.

  4. Ten fe en que la Palabra de Dios tiene poder y que ha sido escrita para ti.

  5. La oración desde la Biblia es la oración más valiosa porque nos presenta delante de Dios con las mejores palabras que son las suyas mismas.

Hasta el próximo episodio, Padre Católico. Espero que te haya gustado y no te olvides de compartir con otros este podcast, si te ha servido. Un abrazo.

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No es cita literal porque he eliminado las repeticiones que eran superfluas para la lectura.

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Orar con los Salmos
Aprenderemos a conocer los salmos, que son un tesoro de sabiduría y de oración que nos introduce directamente al corazón de Cristo que alaba al Padre, le ruega, le comunica sus angustias y sufrimientos... Los salmos son una puerta a su humanidad y son una escuela para conformar nuestros anhelos con los del Señor.