San José es el custodio de los Padres Católicos
Descubre por qué la devoción a San José puede ser más clave para fortalecer tu familia que los libros de autoayuda.
En honor del patrón de Padres Católicos. ¡Bendito seas, San José! ¡Tú que cuidaste a nuestra Salvación, llévanos al Cielo!
El caso de la obsesión de Juana
Juana lee fielmente el blog del padre Federico Martínez, influencer, y ha escuchado que debe hablar todos los días con su esposo acerca de Dios y de sus problemas cotidianos si es que quiere que su matrimonio no se rompa. Ella se esfuerza mucho y prepara muy bien la conversación. Pero, ¡ay!, como Pepe no dialoga tal y como esperaba Juana, la conversación termina en bronca. ¡Y el matrimonio acaba más dividido! Se pregunta Juana: “Pero, si hemos intentado aplicar la dinámica que nos proponía el padrecito… ¿Qué ha pasado?”. Lo que ha ocurrido es que Juana se ha empeñado en aplicar “consejitos” espirituales, psicológicos o pedagógicos al pie de la letra y sin aterrizarlos en su propia realidad familiar. Quizá no ha entendido que el problema es otro más profundo. Lo mismo da. La conclusión es que los “consejitos” sirven de poco. Este caso es inventado, pero está inspirado en la vida real.
Ya hemos hablado en Padres Católicos muchas veces de cómo proliferan cursos y libros de todo tipo para ser mejores padres de familia… y cómo algunos de ellos me sobran. Parece como si saber de psicología, pedagogía o afectividad fuera la solución a nuestros problemas más profundos. Influencers de todo tipo nos bombardean con recetas para ser felices, para educar bien a los hijos, para vivir más “healthy”, para protegerse de las relaciones tóxicas… El católico tampoco es ajeno a esto. ¿Cuántas instagramers católicas nos proponen una vida de ensueño con hijos equilibrados, casas muy bien decoradas… todo aderezado de valores cristianos?
En realidad, estos contenidos surgen del interés de los padres de familia, que tenemos una enorme responsabilidad: la de mantener viva la llama del amor en el matrimonio, la de educar conforme a una recta moral a los hijos, la de atender a las necesidades afectivas de todos… Si es muy fácil equivocarse en labor tan exigente… aún queda la tarea más difícil de todas: la de transmitir la Palabra de Dios y la de llevar a la familia entera al cielo. No es que sea una ocupación difícil. Más bien diría que es un objetivo imposible, si es que contamos sólo con las fuerzas humanas. Al experimentar nuestra insuficiencia, buscamos conocimiento y criterio para avanzar en medio de la confusión. Pero nos quedamos cortos al aplicar soluciones en pack.
La formación es necesaria pero no salva
Mi experiencia me dice que la formación es de mucha utilidad (me dedico profesionalmente a ello), pero también que no sirve por sí misma para tocar lo hondo del corazón y que tampoco nos provee de la fuerza necesaria. Los conocimientos sobre pedagogía, psicología, ascética… son muy necesarios, pero no tienen poder salvífico. Creo que ese énfasis en la formación que está tan extendido, tiene en su raíz la poca importancia que le damos a la gracia de Dios y la mucha que sí le atribuimos a los remedios que ponemos nosotros mismos. Preferimos leer, hacer propósitos o acudir a un curso que abandonarnos en las manos de Dios. Ya tratamos sobre esto en otro artículo.
En la Solemnidad de San José te invito a sustituir, al menos en parte, los libros por la devoción. Y una devoción muy especial. Los santos son para nosotros intercesores ante Dios y nos consiguen infinidad de gracias que ni siquiera advertimos. San José es el padre en la tierra de Jesús. Él le obedeció en vida siendo Dios. ¿Le negará algo en el cielo ahora que ha sido glorificado? Debemos pedirle y pedirle mucho. Hay por ahí una versión del San José durmiendo al que cristianos de muchos lugares le ponen debajo peticiones. No es una superstición. He visto practicar esta bonita devoción a monjas, curas, matrimonios, comunidades… Decía Santa Teresa que “querría yo persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo, por la experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios”.
Algunos están empeñados en arrojar una sombra viejuna sobre nuestro amigo querido. ¡Qué no! ¡Qué no inventaréis la pólvora con devociones nuevas! ¡Qué las de siempre, renovadas por el Espíritu Santo, tienen mucho poder!
Pídele lo que necesites
Pídele que te cuide en lo que más te preocupa. No tengas miedo. Déjale que trabaje para que llegues a fin de mes, para que tus hijos se comporten como Dios manda, para que estés unido a tu esposa… Uno de los problemas que padecemos muchas familias es precisamente el exceso de empeño humano y la falta de confianza. Y si tenemos a un custodio que nos cuida, ¿no podemos soltar un poco el agobio del día a día en él? ¿No podemos abandonar un poco nuestra debilidad en sus manos, muy cercanas a las de Jesús?
Hay una espiritualidad muy centrada en seguir el ejemplo de San José, varón humilde, bueno, silencioso, atento a la voluntad de Dios… El mismo papa Francisco ha escrito una carta muy hermosa titulada Patris Corde que trata del santo en estos términos. No obstante, cuidado con el voluntarismo de ver en San José sólo un ejemplo. No se trata simplemente de imitarle, sino también de que le tratemos y nos confiemos a él. Fue custodio de Jesús y de María, y también ha sido enviado para ser custodio nuestro. Esta devoción no es sólo para los valientes que se atreven a seguir el modelo del patriarca. Los que más la aprovechan son los pobres, los que están llenos de pecados y de imperfecciones, las familias rotas, los matrimonios peleados… San José es compañero del padre de familia y es guía autorizado para llegar al cielo. ¿Qué no te funcionan los cursos para arreglar tu entuerto familiar? Pídele. Te aseguro que algo hará con lo tuyo. Algo bueno.
Te dejo a continuación una oración al santo que compuso el Papa Francisco en Patris Corde:
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Por último agradecer a DPMárquez y Jorge Texeira su apoyo económico. Es un detalle de vuestra parte. Yo por mi parte, seguiré escribiendo y orando por ustedes.
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